Era un rey que le gustaba pasear entre sus súbditos sin que nadie lo reconociese para ver como vivían.
Un día, escuchó una fiesta en una casa el rey entró y le pregunto al dueño que se llamaba Hassam que en que trabajaba para poder vivir así de contento, Hassam le dijo que trabajaba de zapatero. Al día siguiente el rey prohibió el oficio de zapatero, y esa misma noche, el rey volvió a la casa de Hassam, y otra vez estaba de fiesta, el rey le preguntó que en que trabajaba ahora, Hassam le dijo que trabajaba de aguador. Al día siguiente el rey prohibió el trabajo de aguado, y viendo que Hassam seguía contento, le ofreció ser caballero del palacio del rey.
Le dieron ropa y una espada de soldado, pero como el rey no le pagaba vendió la espada y el rey, mandó a Hassam a matar a un bandido, por vender la espada.
Hassam rezó a Alá que si eso no era justo que su espada se convirtiera en madera, y Hassam no volvió a cambiar de trabajo.
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